aullidos de luz,
en sus fanales de luna,
prenden esta noche,
sístole a diástole,
en las heridas de tupielmipiel,
pétalos de plegarias.
las palabras
se despojan de sus vocales y sus consonantes,
de sus versos, de sus acordes…
y se desangran, rosa enardecida,
en las playas de nuestros cuerpos
sin que, adormecido el atardecer,
haya regresado el balandro que tu mano
prendió en mis manos…
el rumor de cabellos desmadejados
destrenza latido a latido
la cortina ebria de la noche
sin que mi pecho
o tu regazo
sonría lullabies
el naufragio
de losetas doradas…
de túyyo prendiendo fuego
a auroras y ponientes sonrosados
con los leños de nuestras heridas;
las llaves secretas
esconden la isla de nuestros tesoros
entre jaurías y manglares…
el violín,
adormeciéndose esta noche de abril
en tupielmipiel,
hiere
con cada acorde
con cada herida
con cada guiño de la realidad encendida...
con esta plegaria de lobos
al arrimo de las acacias…
del cuarto poemario aún inédito y que lleva el mismo nombre, Plegaria de lobos al arrimo de las acacias
Pruden Tercero Nieto 